#paranadaylabelleza
Práctica artística que consiste en la repetición insistente de una acción sencilla definida a modo de protocolo: “Trazar una línea vertical lo más recta posible y sucesivas líneas paralelas a la anterior, lo más cerca posible pero sin tocarse. Se trazarán las líneas a velocidad constante y sin interrupciones durante un periodo de tiempo variable, de principio a fín”.
En esta insistencia, en éste estar persistente en la acción, el tiempo se materializa y la acción se vuelve registro de su paso. Trazo la huella física de un tiempo objetivo (con una escala propia) mientras experimento, a través de mi cuerpo, ese otro tiempo subjetivo que tiene que ver con lo vivo, con la respiración, con el amor y que comparte su naturaleza con el tiempo de crear y de criar.
En esta práctica también experimento el intento optimista por formalizar lo cartesiano, poniendo en evidencia el cuerpo y su otra naturaleza; la naturaleza de lo que se tambalea en continuo movimiento y no se detiene nunca desde que nace hasta que muere. En este movimiento continuo el cuerpo se acerca y se aleja del eje abstracto, y la práctica se vuelve un ejercicio de desequilibrio inevitable.
Los desequilibrios se van contagiando de unas líneas a otras, abriendo la ventana a lo imprevisto. La belleza estética emerge de forma espontánea e incontrolable.
“Para comprender «lo vivo» es necesario dejar de razonar en términos de fabricación y empezar a pensar en términos de creación”.
H. Bergson “Lo posible y lo real” (1930)
#paranadaylabelleza
Práctica artística que consiste en la repetición insistente de una acción sencilla definida a modo de protocolo: “Trazar una línea vertical lo más recta posible y sucesivas líneas paralelas a la anterior, lo más cerca posible pero sin tocarse. Se trazarán las líneas a velocidad constante y sin interrupciones durante un periodo de tiempo variable, de principio a fín”.
En esta insistencia, en éste estar persistente en la acción, el tiempo se materializa y la acción se vuelve registro de su paso. Trazo la huella física de un tiempo objetivo (con una escala propia) mientras experimento, a través de mi cuerpo, ese otro tiempo subjetivo que tiene que ver con lo vivo, con la respiración, con el amor y que comparte su naturaleza con el tiempo de crear y de criar.
En esta práctica también experimento el intento optimista por formalizar lo cartesiano, poniendo en evidencia el cuerpo y su otra naturaleza; la naturaleza de lo que se tambalea en continuo movimiento y no se detiene nunca desde que nace hasta que muere. En este movimiento continuo el cuerpo se acerca y se aleja del eje abstracto, y la práctica se vuelve un ejercicio de desequilibrio inevitable.
Los desequilibrios se van contagiando de unas líneas a otras, abriendo la ventana a lo imprevisto. La belleza estética emerge de forma espontánea e incontrolable.
“Para comprender «lo vivo» es necesario dejar de razonar en términos de fabricación y empezar a pensar en términos de creación”.
H. Bergson “Lo posible y lo real” (1930)













